25 Elías dijo a los profetas de Baal: «Elegíos un novillo y comenzad
vosotros primero, pues sois más numerosos. Invocad el nombre de vuestro
dios, pero no pongáis fuego.»
26 Tomaron el novillo que les dieron, lo prepararon e invocaron el
nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Baal,
respóndenos!» Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al
altar que habían hecho.
27 Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía: «¡Gritad
más alto, porque es un dios; tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo,
estará en camino; tal vez esté dormido y se despertará!»
28 Gritaron más alto, sajándose, según su costumbre, con cuchillos y
lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos.
29 Cuando pasó el mediodía, se pusieron en trance hasta la hora de
hacer la ofrenda, pero no hubo voz, ni quien escuchara ni quien respondiera.
30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo: «Acercaos a mí.» Todo el
pueblo se acercó a él. Reparó el altar de Yahveh que había sido demolido.
31 Tomó Elías doce piedras según el número de las tribus de los hijos
de Jacob, al que fue dirigida la palabra de Yahveh diciendo: «Israel será tu
nombre.»
32 Erigió con las piedras un altar al nombre de Yahveh, e hizo
alrededor del altar una zanja que contenía como unas dos arrobas de
sembrado.
33 Dispuso leña, despedazó el novillo y lo puso sobre la leña.
34 Después dijo: «Llenad de agua cuatro tinajas y derramadla sobre el
holocausto y sobre la leña.» Lo hicieron así. Dijo: «Repetid» y repitieron.
Dijo: «Hacedlo por tercera vez.» Y por tercera vez lo hicieron.
35 El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua.
36 A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y
dijo: «Yahveh, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que
tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden
tuya he
ejecutado toda estas cosas.
37 Respóndeme, Yahveh, respóndeme, y que todo este pueblo sepa
que tú, Yahveh, eres Dios que conviertes sus corazones.»
38 Cayó el fuego de Yahveh que devoró el holocausto y la leña, y
lamió el agua de las zanjas.
39 Todo el pueblo lo vio y cayeron sobre su rostro y dijeron:
«¡Yahveh es Dios, Yahveh es Dios!»
40 Elías les dijo: «Echad mano a los profetas de Baal, que no escape
ninguno de ellos»; les echaron mano y Elías les hizo bajar al
torrente de
Quisón, y los degolló allí.
41 Dijo Elías a Ajab: «Sube, come y bebe, porque ya se oye el rumor
de la lluvia.»
42 Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cima del
Carmelo, y se encorvó hacia la tierra poniendo su rostro entre las rodillas.
43 Dijo a su criado : «Sube y mira hacia el mar.» Subió, miró y dijo:
«No hay nada.» El dijo: «Vuelve.» Y esto siete veces.
44 A la séptima vez dijo: «Hay una nube como la palma de un
hombre, que sube del mar.» Entonces dijo: «Sube a decir a Ajab: Unce el
carro y baja, no te detenga la lluvia.»
45 Poco a poco se fue oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y
se produjo gran lluvia. Ajab montó en su carro y se fue a Yizreel.